miércoles, 13 de junio de 2012

Capítulo 9

Preparaciones

Salgo de mi habitación con un humor inmejorable. En una horas empezarán los Juegos del Hambre y hay muchas cosas que preparar y hacer. Lo primero que tengo en mi agenda es una cita con los Vigilantes en la Sala de Control. Me dirijo con rapidez por los pasillos de mi mansión hasta el pasadizo que lleva a la Sala. Hay 20 pasadizos distintos que llevan a distintos sitios de Panem. Este en concreto se hizo hace un par de años, cuando me cansé de ir en coche oficial hasta la casa de al lado. Entro accionando la manivela y me siento en el transbordador. El cinturón se abrocha automáticamente y las luces iluminan los raíles y el camino. Cinco minutos después ya estoy sentado en mi sillón en mi zona de control de la Sala. Estoy suspendido a cinco metros de los operarios que ultiman los preparativos de la arena. El suelo es de cristal tintado , de modo que yo veo lo que sucede pero nadie me ve a mí.
Seneca entra sin llamar, seguido del resto de Vigilantes.
-Señores.- saludo.
No me gusta que entren sin llamar pero hoy estoy de buen humor de modo que no digo nada. Se colocan alrededor mío con Seneca y Plutarch en el medio.
-¿Todo preparado?- pregunto.
Guardan silencio, dejando que sea Seneca, su portavoz, quien me explique como va a ser el baño de sangre de este año.
-Casi, señor. Este año la arena tiene varios escenarios.- se acerca a la pantalla holográfica que tengo enfrente y teclea varios códigos. Al instante aparece ante mí el escenario de la muerte.- Aquí, señor, está la explanada de la Cornucopia, el bosque, el lago y hemos añadido un campo de trigo a última hora.- Me señala en el mapa holográfico los lugares mientras los nombra. Los amplia y deja que los vea con detenimiento.
Bien, este año hay lugares para esconderse, lo que dará más emoción a la caza. Sin embargo hay algo que me preocupa.
-Fortificad bien la seguridad en los bordes de la arena. No quiero ver cómo los del 12 lo usan a su favor otro año.- digo mirando significativamente al que entonces fue el responsable de los juegos, relegado ahora a un puesto menor.
Seneca asiente y me dejan solo. Sigue preocupándome la posibilidad de que Haymitch, en alguna de sus borracheras, se lo haya mencionado, así que miro el tiempo que me queda (más de dos horas para la retransmisión) y ordeno que me traigan todas las cintas del Distrito 12. Una a una las visiono a cámara rápida y no tardo en encontrar algo interesante. Es justo después del desfile. Las cámaras captan cómo el chico, el pan de pita de las narices, sube al tejado. Al principio se sienta casi en el borde, observando la ciudad, pero no tarda en romper a llorar. Pese a que no puedo oír nada por culpa del dichoso viento estoy seguro de que sus berridos son espeluznantes. No hay nada que me moleste más que ver a un muchacho tan débil. Creo que eso es lo mejor de los juegos, que limpian a los débiles de las calles de Panem.
He de reconocer que prefiero una sociedad de sumisos fuertes, pero sumisos. Los débiles son una carga para la sociedad, que se ve obligada a retrasarse por culpa de estos inútiles. Aquí, en el Capitolio, viven los fuertes, aunque idiotas. Es la única población que acata todo sin rechistar. Aún así son lo mejor de Panem, nunca se quejan, no tienen motivo, su sumisión es pagada con la vida de lujos que llevan.
Vuelvo a la pantalla. Ahora se ha puesto de pie, las lágrimas siguen cayendo por sus mejillas a borbotones, pero ni se inmuta. Entre un parpadeo y otro se ha puesto a correr hacia el borde y cuando ya no le queda más, salta. El campo de fuerza que rodea el edificio le devuelve con fuerza hacia el tejado y se golpea contra el suelo. Se queda inmóvil unos instantes hasta que, poco a poco, se va sentando. Cinna debió de oír el golpe porque aparece en ese momento y corre a su lado con preocupación. Menudo imbécil, intentar suicidarse... como si no lo hubieran intentado otros muchos tributos sin conseguirlo. El que más cerca estuvo se intentó cortar las venas con tan mal pulso que sólo se hizo una rajita. Siguen hablando un rato más hasta que finalmente Cinna le ayuda a bajar de nuevo a su piso.
-Recuerda mis palabras.- dice el estilista a modo de despedida.
Interesante. Ojalá supiera de qué hablaron. Sigo pasando las cintas, incluso establezco mi propio record de visionado, a minuto por cinta. Hasta que llego a la última, la de ayer. El día es más que aburrido pero por la noche hay más tejado. Chico, como te hayas vuelto a lanzar contra el campo de fuerza, te mato en la Cornucopia y adiós amantes trágicos a la primera. Pero no, no ha hecho de nuevo esa estupidez, ahora está sentado mirando los festejos de la gente. La rebelde no tarda en aparecer en escena y se acerca a hablar con él. No si al final hasta se creerá el rollo de que el chaval está enamorado y todo. Parecen discrepar porque ella vuelve a su habitación. El llorón permanece un rato más hasta que vuelve a su habitación.
Perfecto, tengo lo que quería. Todo ese numerito de los amantes trágicos va a ser un bombazo en la arena, sobre todo cuando uno de los dos se vuelva loco y mate al otro.
Y ahí esta Cato, tal y como acordamos, se acerca al chico solitario en el tejado y pone en marcha el plan. Según he visto en otras cintas ya están todas las piezas en juego y solo faltaba una: el chico del pan, que ahora ya está en el ajo.
Bien, ya sólo queda media hora para que empiecen los mejores juegos del hambre desde el último Vasallaje.


Katniss Everdeen, prepárate para lo que te espera.












1 comentario:

  1. <>
    Me encanta!! Lo que me he podido reir con esto! Esta genial!
    Un muxu de tu nieta Sophie

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